domingo, 20 de septiembre de 2009

Una Fractura olvidada

Una fractura olvidada.
Myriam Garcia.

A gran parte del pensamiento occidental le han heredado los dualismos metafísicos, surgiendo el problema entre razón y cuerpo, entre cuerpo y alma. Platón y Descartes son unos de sus más grandes representantes.

En la filosofía moderna y, con ella Descartes, uno de sus representantes, duda y pregunta: ¿tienen mis pensamientos algo que ver con lo real? Es la certeza absoluta la que puede curar esta duda. Por lo que el cogito ergo sum reune la conciencia y la realidad: pienso, luego existo, prueba que muestra al sujeto pensándose a sí mismo, esto es, piensa la realidad y encuentra su ser en el pensar. A su vez, el sujeto cartesiano puede existir sin el cuerpo, ya que los accidentes sensibles remiten a una ensoñación imaginaria; dándose un soliloquio en el cual él se comunica con el mundo inteligible mediante las ideas <> en las que se expresan las cosas mismas, mientras el cuerpo trata con los accidentes, que son irreales y la razón con las esencias. “Sin que contribuya el alma, aquella parte distinta del cuerpo de la cual hemos dicho antes que su naturaleza no es otra cosa que pensar; y siendo esas funciones exactamente las mismas, se puede decir que los animales carentes de razón son semejantes a nosotros sí que yo pudiese encontrar en aquellos, en cambio las funciones que siendo independientes del pensamiento son las únicas que nos pertenecen como hombres; pero todas estas las encontraba después, suponiendo que Dios creó un alma razonable y añade al cuerpo de una determinada manera que yo describía”. Para Descartes el cuerpo es pura extensión (res extensa), el cual es puro movimiento, causado por Dios mediante un sistema puramente mecánico que actúa con sus propias leyes.

El dualismo metafísico atribuye las funciones a la razón y/o inteligencia a un espíritu heterogéneo del cuerpo, de modo que la materia queda como algo que debe comprenderse de modo puramente mecanicista; dándose un dualismo de cartesiano-empirista estableciendo éste último un nexo importante con el mecanicismo fisiológico de la moderna psicología mecanicista ligada al empirismo.

Cuestiones que indagan sobre la razón y la naturaleza de la conciencia. En la tradición cartesiana, ven a la conciencia como lo esencial de la mente, lo cual parece ser muy restrictivo. Así, posteriormente se originará el estudio de los contendidos mentales. En filosofía se habla sobre la filosofía de la mente, disciplina que estudia tanto a la mente como a la consciencia, encontrando gran resonancia en algunos estudios de corte fenomenológico.

La fenomenología es un cuestionamiento al mundo occidental, ya que éste no ha dado las mejores respuestas a los grandes problemas, por lo que insiste en situarse como una filosofía de un estar vital de la consciencia en el mundo, como lo expone Husserl en la conferencia La filosofía en la crisis de la humanidad europea. Paradójicamente la ciencia objetivista, cuantificable, descriptible ha dejado de lado el subjetivismo, sin él cual no se puede explicar la misma ciencia. El discurso científico ha dejado de fuera el Lebenswelt o mundo de la vida, en el cual viven tanto, los mismos investigadores como todos los seres humanos. Entra en conflicto el estudio de las llamadas ciencias naturales y ciencias del espíritu. Husserl no busca confrontar a ambas; sino re-pensar, re-plantear el pensamiento europeo-occidental, encontrando en la fenomenología una posible respuesta.

A pesar de que Husserl se apoya en el método cartesiano se desvincula de él en la mayoría, en la medida que enfatiza a la conciencia subjetiva, clave para la no desubjetivización de la subjetivación que ha conllevado a la cuantificación científico-matemático del mundo racionalista moderno. Por lo que la epojé husserliana no intenta poner entre paréntesis el modo en que se da el mundo, sino pone entre paréntesis la propia consciencia del sujeto, buscando pruebas de su propia existencia; es tomar una cierta posición con respecto al mundo como existente, como algo vivido y no como algo objetivable, expuesto solo para ojos de estudio. Por lo que busca atenerse a las cosasmismas, ya que estas cuando se muestran se muestran como vivencias (fenómenos) y no como objetos. Sólo lo anterior es posible, cuando la consciencia se dirige hacia los fenómenos del mundo y los capta como estados diversos que pueden fundirse en una sola unidad. Por lo que la intencionalidad es determinante para la consciencia, debido que rompe cualquier solipsismo racionalista y/o idealista, por que el sujeto se encuentra con otros egos, otros <> que viven en el mundo que él habita. Sale al encuentro del mundo y lo encuentra y, se encuentra con otros cogitos que no son él, pero, que le permiten ser él.

Husserl, en Meditaciones Cartesianas encuentra como la filosofía del sujeto trascendental necesita apoyarse sobre la psicología de un sujeto empírico, que en realidad es el mismo sujeto, debido que éste último es un sujeto que construye el mundo, en la medida que es un sujeto perceptivo desde su propia consciencia, pero que paradójicamente no niega el mundo, sino, hace de suyo el mundo gracias a la intencionalidad de la consciencia, debido que es capaz de trascender al mundo y, hacer de suyo los fenómenos del mundo en su propia consciencia. Entonces, la reducción fenomenológica permite aprehender el mundo en sí, y para sí. Lo que implica: 1) niega cualquier dualismo metafísico y, 2) niega lo (s) solipsismo (s) racionalista y/o idealista (s), ya que no escinde ninguna vinculación de empatía, conocimiento, reconocimiento del Otro, más bien, acentúa el encuentro. Se puede decir, la fenomenología en sí misma, es una filosofía relacional, una filosofía intersubjetiva

A su vez, los datos inmediatos a la consciencia, ó sea, los procesos preceptúales son parte constitutiva y constituyente en la aprehensión del mundo vivido. Los sentidos ya no pertenecen al mundo de la doxa, sino, son parte constitutiva de la conciencia; por ejemplo, el contemplar un atardecer conlleva tanto procesos perceptivos como un acto contemplativo en donde está involucrado nuestro <> en plenitud.

Merleau-Ponty, otro gran fenomenólogo, enfatiza el mundo de la percepción y por ende de la corporeidad que tanto hemos olvidado, a pesar que hemos pensado que hemos controlado el mundo de la percepción y de lo tangible. La corporeidad empezará a ser un tema central en las discusiones fenomenológicas. No sólo conocemos el mundo por un logos racional, cuantificable, lúcido, si no, aprehendemos, conocemos el mundo por nuestros sentidos, por nuestra piel, por nuestro cuerpo. “Nuestra relación con las cosas no es una relación distante, cada una de ellas habla a nuestro cuerpo y nuestra vida, están revestidas de características humanas (dóciles, suaves, hostiles, resistentes) […] El hombre está investido en las cosas y éstas están investidas en él”. Sólo así, el conocimiento acerca del mundo es una experiencia vital inmediata que posteriormente lo re-flexionará en una <> y lo re-flejara en una forma de experiencia vital.

Entonces, la fenomenología no niega la existencia de un mundo independiente, pero, sólo el sujeto puede conocer el mundo cuando sea capaz de abrir sus horizontes vitales. Es necesario re-valorar lo individual, lo senso-perceptual, lo tangible. Lo que implica, a su vez, retornar a nuestra propia corporeidad; una corporeidad no separada, no distanciada de ella misma.

La empatía juega un factor fundamental en la apertura hacia el mundo. Se ha encontrado la base biológica de la empatía, como sonreír, bostezar, llorar cuando otros lloran, en un concierto cuando todos cantan, etcétera. Sin embargo, esto sólo es, a nivel biológico; ya que se necesita para que exista una real apertura de empatía hacia el mundo, el ser humano debe de buscar construir una <> más plena,

El ser humano es sujeto de conocimiento como apertura hacia el mundo. La intencionalidad fenomenológica implica que el sujeto no sólo aprenda y conozca lo entes del mundo, sino que, también se dirige con cierta empatía que surge de la misma intencionalidad, buscando mediante la <> al ente en sí mismo, dejando de lado las explicaciones analíticas, científicas, aprehendiendo al ente de una forma más vital, experiencial.

Este puede ser uno de los caminos que podemos encontrar para buscar nuevas formas de estar en el mundo y por ende de relacionarnos con él.

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